Desde el Centro Argentino de Arte Cerámico (CAAC), queremos honrar la memoria de Rafael Martín y reconocer su invaluable aporte al arte cerámico.

Rafael Martín

(1935-2018)

Palabras de Vilma Villaverde

Conocí a Rafael Martín en la década del 70 en el Taller de Mireya Baglietto.
El taller de Mireya era un taller modelo, con un plan de enseñanza, tanto en modelado como en esmaltes. Además, se dictaban cursos especiales con otros profesores, recuerdo, Bijutería en metales, con alambres y engarces de piedras, con el profesor Jorge Cohen, quien después desarrolló su excelente trabajo en Holanda, donde era un joyero prestigioso y Esmaltes sobre Metales, con el profesor Werner Ostermann.
En ese tiempo Mireya conoció a Rafael Martín, un ceramista de Bahía Blanca que había hecho Raku en Estados Unidos e inmediatamente lo invitó a su taller para que nos enseñara esta técnica, convirtiendo así en el primer taller de Buenos Äires donde se trabajó el Raku. Rafael Martín, recientemente desaparecido, enseñó Raku a muchos ceramistas, traía un bagaje de conocimientos importante y fue un aporte que cambió y enriqueció la cerámica argentina.
Luego se sumaron artistas de prestigio que visitaban el taller de Mireya y recuerdo que el famoso escultor Mariano Pagés, abrazó esta técnica que le resultaba insuperable para su obra en pequeño y mediano formato, realizando figuras de una delicadeza increíble.
Durante esta colaboración, preparan una muestra conjunta Rafael Martín, Mireya Baglietto y Mariano Pagés en Imagen, prestigiosa Galería de Buenos Aires en la década del 70, donde después Rafael Martín realiza una muestra individual con objetos de hierro ensamblados con cerámica Raku. Fue una muestra inolvidable y un hito en su carrera de ceramista.
Hoy ya no está entre nosotros, pero su aporte a la cerámica argentina tiene y debe ser reconocido por todos los ceramistas que nos enriquecimos con esta técnica que fue moda en los años 70 y continúa.
Rafael Martín fue un artista consagrado y un maestro generoso. Siempre estará entre nosotros a través de su obra, que es la que hace que los artistas perduren.

Palabras de Graciela San Román

Cuando fui a su taller por primera vez me deslumbro esa vieja casona grande y caótica llena de esculturas y murales, pero sobre todo aquellas piezas de hierro y cerámica que después sabría eran de raku ….. El me guiaba mientras me mostraba y hablaba sobre su obra y el modo en que pensaba el arte, y yo no podía creer como en Bahía Blanca, una ciudad sitiada por las fuerzas armadas ese tipo no estuviese desaparecido.
Eran los 70. Nadie veía lo que había allí? Por suerte no lo vieron o no lo entendieron…
El hombre joven que estaba parado frente a mí era hermoso. Luego y como alumna, sabría también que era generoso, pasional, ególatra, locuaz, enamoradizo y tremendamente trabajador. Muy inteligente, riguroso y minucioso en el hacer y en lo que transmitía y exigía.
Pero algo sobre ese contradictorio mar humano lo rodeaba como un aire de tormenta o como un aura, y lo distinguía de cualquier otro buen docente, y eso era su apasionado espíritu de artista. Un artista que siempre estuvo anclado en su época de una forma reflexiva e irónica y esto lo manifestó en diferentes series a lo largo de toda su carrera.
Aquel taller fue una burbuja luminosa en medio de la repre, en medio de Malvinas, en medio de las crisis sociales y personales. Allí se podía hablar, allí nos consolábamos mientras aprendíamos con él y de a poco nos íbamos yendo, mientras nuevos alumnos llegaban.
Desde siempre y hasta el final – y no sé cómo- el grupo de alumnos del momento se transformaba en un grupo de hermanos, con Cacho como el hilo que tramaba y guiaba. Si me permiten el lugar común, en muchos de nosotros dejo una huella esencial y hoy con la perspectiva que me da el tiempo opino que eso es lo que hace a un maestro.
En los últimos meses de su vida el último grupo de sus alumnos lo cobijo amorosamente.
Hoy aquí, sabiendo que conocen y valoran su legado artístico, quiero poner el acento sobre su luminoso rol docente porque en una ciudad periférica que estuvo sitiada y fue un páramo, él en su taller a muchos de nosotros y en varios sentidos, nos salvó…
Gracias Maestro, profundamente gracias…